En diálogo con Todo este ruido recordó que desde el año 2018 que los trabajadores de aplicaciones están tratando de organizarse sindicalmente. “Es complicado no solo en Argentina, sino en todo el mundo porque no solo no se la reconoce el derecho a organizarse sindicalmente, sino también porque tampoco son trabajadores ni titulares de derechos laborales”. Seguido, explicó que “además están dispersos, tienen poco tiempo de encuentro y muchas veces intentó regular este tipo de trabajo en el mundo”. De hecho, actualmente “la OIT está discutiendo qué hacer con los derechos de los trabajadores de plataformas”.
En ese marco, consideró que “la reforma de Milei lo que quiere convalidar es la situación de informalidad: es decir que sean considerados por siempre independientes, empresarios y no tengan ningún tipo de derecho laboral”. Esa situación, “está reñida con el sentido común, porque nadie puede desconocer que las personas que vemos trabajando en la calle con la mochila de la empresa, el color de la empresa, que reciben las órdenes de trabajo y los pedidos a través de la aplicación que es de la empresa, nadie puede suponer que estamos frente a empresarios o socios de un club, sino que estamos claramente trabajadores”.
El abogado analizó luego el rol de los sindicatos en la presente coyuntura. “La calidad y la extensión de la representación de las organizaciones sindicales siempre estuvo en cuestión, pero en un mundo del trabajo cada vez más fragmentado, con menos movilidad social ascendente, y un 50% en la informalidad, la representación de los trabajadores se hace mucho más compleja. Y eso también es caldo de cultivo para que las organizaciones sindicales sean señaladas como las responsables del malestar en el trabajo y sobre esa percepción es que el gobierno nacional está operando de manera eficiente. De la misma manera que el gobierno parece leer y bastante bien que existen expectativas por parte de los trabajadores en poder elegir sobre el propio tiempo, ofrece respuestas que no van a satisfacer esas necesidades pero que nada van a resolver y un ejemplo es el banco de horas”.
Finalmente precisó que “la industria del juicio es la industria de la renuncia, porque esa es la manera en la que se resuelven los problemas laborales en Argentina: cuando se termina un contrato de trabajo la gente renuncia porque es obligada, porque no tiene opción o porque no quiere pelear con su patrón”. En ese sentido, “debe haber un 0,5% de los que renuncias que reclaman, y además las chances de reclamar después de renunciar son casi nulas. Y de ganar un juicio es prácticamente imposible”, concluyó.
