En diálogo con El tenedor de libros, comentó que su incursión en la escritura “comenzó a los 20 años cuando trabajaba en el mercado de Abasto, no tenía mucho contacto con la literatura, pero gané un premio en un concurso y eso me largó. Luego hice una reconversión cuando empecé a escribir teatro porque me pareció más divertido y acompañado. En el teatro se militaba, había fiestas, amor y me convenció mucho más que la narrativa”. Con la pandemia por covid, el aislamiento impidió que pudiera seguir con las actividades teatrales, “por eso volvió con fuerza la narrativa”.
En relación al origen de sus proyectos literarios, relató que “a través de la carrera de un dramaturgo se van acumulando proyectos” ya que “la capacidad de producir una obra es limitada, puedo hacer una cada tres años, y me di cuenta que muchas de ellas no iban a llegar al teatro”. En ese marco, durante la pandemia “la mano me pedía escribir” y “el soporte narrativo era un soporte posible“, aseveró.
Finalmente, consultado sobre si el humor es considerado un género menor, afirmó que “en todos los casos, en cualquier trabajo hay una idea de que reír es algo menor. Creo que pocas acciones físicas tienen un efecto tan extraordinario”. En ese sentido, graficó: “Los sábados cuando uno elige qué hacer, busca juntarse con gente con la que uno pueda reírse fuerte. Pero aplicado a la parte profana de la vida, la producción, lo que pesa es lo serio, y la literatura no es una excepción. Estoy convencido de que un texto que te puede hacer reír te puede llevar a otro lado más allá de lo imaginario”, concluyó.